martes, 28 de enero de 2020

43 MÉJICO PENÍNSULA DE YUCATÁN


Ocho meses aparcada en pleno campo. La enredadera se había metido por todas partes.
Dos días completos de mecánica dura.
De Cuba volamos a Méjico. Otra vez a pelear con los de Aduanas. Al llegar al aeropuerto de Cancún detectaron por escáner los recambios que llevábamos en la maleta. Acabamos con el inspector de Aduanas quién nos “aplicó” un 16% de impuesto sobre el valor de los palieres, de los otros artículos que había en el equipaje se olvidó. Al final la cosa se resolvió con 31€ lo cual no está nada mal. Además, todo bastante rápido.
Como era ya de noche, hicimos noche en un hotel de Cancún. No os penséis que fue en un “Iberostar” de 5 estrellas, sino en uno normalito lejos de la zona turística, 32 €. Al día siguiente, bus a Bacalar que es la localidad mejicana en la que nos esperaba nuestra querida “Hippie”. Es difícil explicar con palabras lo que se siente cuando después de 8 meses estacionada conectas la batería, le das al arranque y el motor cobra vida. A mí casi se me saltan las lágrimas. Tened en cuenta que si la furgo no arranca se nos complica todo. Habría que buscar un taller para cargar la batería, tendríamos que pasar la noche en un hotel o dormir en la furgo en el lugar, poco agradable, donde estaba estacionada, etc. Esa noche ya pudimos ir al camping, y dormir en ella. ¡Qué sensación!
Los siguientes días los dedicamos a mecánica y limpieza. Nos dimos un “tute” de cuidado. Como remate, visita al puesto fronterizo con Belize donde hicimos el papeleo de Aduanas de la furgoneta y compramos un seguro para circular por Méjico. A Continuación, viaje a Cancún de nuevo para recoger a Carlos Santos, quien se había desplazado desde La Habana para viajar con nosotros un par de semanas.
Ya estamos en la carretera. Felicidad absoluta.

Esto es un cenote, oquedad en el terreno donde se forma una piscina natural. Agua dulce y fresquita donde mitigar los calores de Yucatán.

Valladolid, Yucatán, Méjico, Convento de San Bernardino.

42 ESCALA EN CUBA

Interior de la casa de Carlos en La Habana, preciosa construcción de estilo colonial.
En la Azotea
La llegada al aeropuerto de La Habana no estuvo del todo mal. La maleta con los repuestos fue inspeccionada por la Aduana.
-Abra la maleta.
Abrimos la maleta.
-¿Qué es todo esto?
Respondimos con sinceridad ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
-Repuestos para la furgoneta en la que viajamos. Está en Méjico.
La aduanera rebuscó entre todos los "fierros" que llevábamos.
-Vamos a centrarnos en estos dos, tienen que declararlos. De lo demás nos olvidamos.
Se trataba de lo más voluminoso, un par de palieres de 50cm y 5 kg cada uno. De momento vamos bien, pensamos.
-Vamos a poner que el valor es de 40 dólares, con lo cual no tienen que pagar nada porque el límite es 50. Añadió.
Se quedó mirando al infinito en actitud de espera, señal inequívoca de que esperaba un "regalo".
-Ya que nos ha tratado tan bien, ¿Podemos darle algo? Dijimos sacando con discreción unos billetes de dólares. Seleccionamos uno de 20.
-Póngalo en la mesa debajo del formulario. Dijo mirando hacia arriba indicando que había cámaras en el techo.
La mujer cogió el formulario con el billete debajo y, con sigilo, se metió el dinero en el bolsillo.
-Pueden ustedes continuar.
-Muy amable. Gracias.
Salimos del aeropuerto dando saltos de alegría.
En el famoso "Malecón"
Trinidad, Cuba.
Nuestro amigo Carlos Santos nos esperaba en su casa de La Habana. Allí pasamos 9 días. Entre medias hicimos una excursión a Trinidad, pintoresco pueblo que se conserva prácticamente igual que durante la época colonial. Bonito pero excesivamente turístico.
Pudimos apreciar lo poco que había cambiado La Habana desde la última vez que estuvimos allí, hace unos 20 años. Cuba sigue siendo un destino especial. Con su sistema socialista, no hay nada parecido en el mundo.
Pegaso "Comet". Años 60.



martes, 7 de enero de 2020

41 INICIO DE ETAPA: MÉJICO


Alegría no quiere salir en la foto de comienzo de viaje.
Saludos:
Otra vez nos vamos de viaje, esta vez a Méjico. El periplo anterior acabó en el sur del país azteca, cerca de Cancún; allí comenzaremos nuestra etapa dedicada casi al cien por cien a recorrer Méjico de sur a norte. Primero visitaremos a nuestro amigo Carlos Santos que vive en La Habana. Allí estaremos diez días y después volaremos a Cancún para llegar hasta nuestra querida furgoneta que se encuentra aparcada en Bacalar, cerca de la frontera con Belice.
Tras realizar las tareas de mantenimiento necesarias, palieres y tubo de escape, nos lanzaremos a recorrer Yucatán, Chiapas, Méjico DF, Baja California y otros estados, ciudades y lugares destacados de este inmenso país.
Tres meses en Méjico y, posiblemente unos 15 días en EEUU al final. Dejaremos la “Hippie” en Baja California y volaremos a España a primeros de Mayo.
Palieres, soportes del tubo de escape y bomba de agua del fregadero son las piezas que llevamos este año.
Hay varias incertidumbres en este viaje. Por un lado la seguridad. Si nos atenemos a lo que nos dicen los medios de comunicación, tenemos que pensar que este país es peligroso, pero por experiencia sabemos que la realidad es siempre menos negativa. Ante esto, sólo cabe diseñar un itinerario que no pase por los estados o ciudades más problemáticas y extremar otras medidas de seguridad, por ejemplo, no hacer acampada libre sino pernoctar en campings, preguntar a los locales acerca de eventuales peligros, etc. También nos preocupa la policía, famosa por las "mordidas", sin embargo, también basados en nuestra experiencia, tenemos la esperanza de salvar ese obstáculo sin grandes dificultades.
La otra incertidumbre que siempre nos acompaña al comienzo de cada etapa es la llegada al aeropuerto de Cancún con los recambios de la furgoneta que llevamos en la maleta. El funcionario de Aduanas intentará cobrarnos aranceles por la importación repuestos, nosotros alegaremos que vamos de paso y que las piezas no se quedarán en el país, técnicamente van en "tránsito", no deberían pagar. La pelea de siempre.