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Ocho meses aparcada en pleno campo. La enredadera se había metido por todas partes. |
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Dos días completos de mecánica dura. |
De Cuba volamos a Méjico. Otra vez a pelear con los de Aduanas. Al llegar al
aeropuerto de Cancún detectaron por escáner los recambios que llevábamos en la
maleta. Acabamos con el inspector de Aduanas quién nos “aplicó” un 16% de
impuesto sobre el valor de los palieres, de los otros artículos que había en el
equipaje se olvidó. Al final la cosa se resolvió con 31€ lo cual no está nada
mal. Además, todo bastante rápido.
Como era ya de noche, hicimos noche en un hotel de Cancún.
No os penséis que fue en un “Iberostar” de 5 estrellas, sino en uno normalito lejos
de la zona turística, 32 €. Al día siguiente, bus a Bacalar que es la localidad
mejicana en la que nos esperaba nuestra querida “Hippie”. Es difícil explicar
con palabras lo que se siente cuando después de 8 meses estacionada conectas la
batería, le das al arranque y el motor cobra vida. A mí casi se me saltan las
lágrimas. Tened en cuenta que si la furgo no arranca se nos complica todo. Habría
que buscar un taller para cargar la batería, tendríamos que pasar la noche en
un hotel o dormir en la furgo en el lugar, poco agradable, donde estaba
estacionada, etc. Esa noche ya pudimos ir al camping, y dormir en ella. ¡Qué
sensación!
Los siguientes días los dedicamos a mecánica y limpieza. Nos
dimos un “tute” de cuidado. Como remate, visita al puesto fronterizo con Belize
donde hicimos el papeleo de Aduanas de la furgoneta y compramos un seguro para
circular por Méjico. A Continuación, viaje a Cancún de nuevo para recoger a
Carlos Santos, quien se había desplazado desde La Habana para viajar con
nosotros un par de semanas.
Ya estamos en la carretera. Felicidad absoluta.
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Esto es un cenote, oquedad en el terreno donde se forma una piscina natural. Agua dulce y fresquita donde mitigar los calores de Yucatán. |
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Valladolid, Yucatán, Méjico, Convento de San Bernardino. |
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