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Los pumas no se ven muy bien. Están en unos recuadros que tampoco se ven muy bien. Sorry. De verdad que son pumas, la madre y un cachorro, me tenéis que creer. |
Si, si. No es broma. Estábamos en el Parque Nacional Torres del Paine, el más importante de todo Sudamérica por número de visitantes al año, y de repente llegó una mujer australiana diciendo
“¡PUMA, PUMA! Detrás de esa curva, a unos 100m de aquí.
Salimos corriendo Alonso, su novia Génesis y Yo, Alegría estaba en el baño, y allí estaba la puma, era una hembra con tres cachorritos, y nosotros a pié. Era igual que una leona, un poco más pequeña, pero del mismo color. Se paró, nos miró y siguió su camino seguida de sus tres churumbeles. Todo fue muy rápido porque enseguida cruzó la carretera y se metió detrás de una loma.
El día anterior, por la tarde, estábamos dando un paseo a un mirador cuando el guía de un grupo de turistas nos dijo:
“Se está haciendo de noche. No andéis mucho tiempo por aquí porque es la hora del puma. Al anochecer empiezan a buscarse la cena”
-“Este muchacho está de broma”- pensamos. A la mañana siguiente nos dimos cuenta de que hablaba en serio.
Días después hablamos con unos holandeses que viajaban en un Land Rover y nos dijeron que también habían visto a la puma en esa misma zona.
Esto ha sido lo mejor de nuestra visita al Parque Nacional Torres del Paine, pero no lo único. La gente viene a este parque a hacer trekking y a ver las mencionadas Torres, formaciones rocosas que se alzan en vertical formando una imagen extraordinaria. Muchos viajeros se pierden esa visión por el mal tiempo que suele hacer por aquí: nuboso y ventoso; nosotros tuvimos suerte y vimos las montañas desde varios lugares, siempre con tiempo soleado.
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