En Bolivia tuvimos ocasión de visitar la selva, técnicamente
hablando es “bosque húmedo montañoso”. Estamos hablando del Parque Nacional
Amboró, situado al Este del país, justo donde acaban los Andes y comienza la
llanura inmensa que llega hasta Brasil.
Para llegar al campamento tuvimos que atravesar varios ríos
que nos tuvieron con el alma en vilo porque llevaban mucha agua y tenían barro.
Pero antes de llegar nos topamos con otro que no podríamos pasar ni de broma,
era para todoterrenos.
Tanteando la profundidad del río y quitando piedras. Al final decidimos no cruzarlo con la "Hippie" |
Tuvimos que caminar 6 kms con mochilas al hombro a pleno
sol. Una vez en el campamento, Edilberto, nuestro guía, nos llevó a unas pozas
donde nos bañamos, después el columpio de la liana, como en las películas de
Tarzán. En realidad no nos columpiamos; estamos muy mayorcitos como para esas cosas.
Ya de noche, fueguecito, carne a la brasa y a la “cama”. Noche toledana en
tienda de campaña sin colchoneta, esperando con ansia el amanecer.
Preparando un "colchón" para poner la tienda de campaña encima. No sirvió de nada, el suelo seguía duro como una piedra. |
Tras el desayuno iniciamos una caminata de dos horas al
interior de la selva. Edilberto, machete en mano, iba desbrozando las ramas que
se empeñaban en cerrar los senderos. Llegamos a una cascada a cuyo pié había
una gran poza. Bañito estupendo con los pies encogidos por si nos atacaba una
boa constrictor (es broma). Otras dos horas andando y regresamos al campamento.
Almuerzo con pan y queso y otra vez 6 kms cargados con las mochilas, esta vez
casi vacías, bajo un sol de justicia hasta el gran río donde dejamos aparcada
la furgoneta.
Experiencia inolvidable. La acampada en mitad de la foresta,
los paseos por la selva, las explicaciones sumamente interesantes del guía, el ejercicio físico y el
lujo de estar completamente solos, son las cosas que han
hecho de esta excursión uno de los mejores momentos, si no el mejor, de lo que
llevamos de viaje.
Desde aquí nuestro agradecimiento a Edilberto por las cosas
que nos ha contado, no sólo de la selva, sino de la vida misma.
En el centro, Edilberto, nuestro guía. |
Andando sobre un tronco caído. |
Pepito es genial como has narrado la experiencia que, acompañada de las increibles fotos nos ha permitido viajar. MERCI !
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