miércoles, 6 de febrero de 2019

30 ÉXITO EN LAS FRONTERAS

Este es el camping playero donde pasamos nuestros 10 primeros días de viaje haciendo reparaciones en la furgo.
En el medio, Kay, alemán viajero en moto. A la derecha Jacques, propietario del camping. Buena gente.
Arreglando la suspensión. Después de 90.000kms por Asia, África y Sudamérica necesitaba un repaso.
Con John, quien me ayudó con algunas piezas rebeldes.
Ahora, en los aeropuertos, al llegar al destino, les da por controlar el contenido de las maletas mediante una máquina similar a las de los arcos de seguridad. Es decir, se miran todas. El oficial de Aduanas del aeropuerto de Quito saltó como misil cuando vio el contenido de nuestros equipajes en la pantalla.
-“¡Eh, alto! ¿Qué llevan ustedes ahí?”
-“Recambios para nuestro vehículo”. Le contamos todo el rollo de nuestro viaje; que la furgoneta estaba en Perú, no en Ecuador, por lo que la mercancía, técnicamente, estaba en tránsito, bla bla bla…
-“A ver sus billetes de avión”
Comprobó que el destino final era Guayaquil, junto a la frontera con Perú, lo cual confirmaba la veracidad de nuestro cuento.
-“Pueden seguir”
¡Bieeeeen! Habíamos introducido 35 kilos de repuestos valorados en más de 300€. Si el aduanero se hubiera puesto cabezota nos podía haber metido tasas de importación y, lo peor de todo, la demora nos podía hacer perder el siguiente vuelo, a Guayaquil, donde teníamos reservada una noche de hotel.
Previamente habíamos pasado con éxito por inmigración, donde temíamos que nos pidieran un billete de avión de salida de Ecuador y un seguro médico. No teníamos ninguno de los dos. Llevábamos unos “tuneados”. No nos pidieron nada de nada. Fantástico.
Al día siguiente entramos en Perú. Tampoco interesaba que los aduaneros se fijaran en nuestros bagajes. Sin embargo, cuando el bus llegó a la frontera y el conductor abrió el maletero, el de Aduanas dijo:
-“Quiero inspeccionar esa maleta. ¿De quién es esa maleta? Como niños aterrorizados en clase cuando el profesor te pregunta la lección y no te la has estudiado, Ale y Yo dimos un paso al frente.
-“Es nuestra”. (Maldita ley de Murphy, pensamos)
-“Ábranla”
Otro que se quedó bizco al ver los “fierros”. Otra vez a contar la historia de nuestro viaje, bla bla bla… . Cuando comprendió que teníamos la furgoneta aparcada cerca de allí durante ocho meses perdió todo su interés en el contenido de nuestros equipajes y se centró en el trámite para liberar la “hippie” de las garras de las aduanas peruanas. Cuatro horas de papeleos que, con un poco de habilidad y ganas de trabajar por parte de los funcionarios, se podrían haber convertido en 30 minutos.
Esa misma tarde llegamos al camping donde dormía nuestra querida furgo, conectamos la batería y la arrancamos (sonido celestial). Le quitamos el polvo y a dormir en nuestra casita rodante: felicidad plena.
Los días siguientes los dedicamos a cambiar las piezas defectuosas por las nuevas. Cinco jornadas de sol a sol haciendo mecánica de la buena. Cinco palizas de campeonato. El primer día, al acabar la faena yo estaba asustado porque lo que sentía no era cansancio sino vacío, fatiga, deshidratación, lipotimia, etc, todo junto. Alegría ha participado en las reparaciones trabajando de lo lindo. También llegaba al fin de la jormada desmayada.
Durante otros cuatro días continuamos haciendo diferentes cosas a la Hippie
La recompensa llegó cuando acabamos los trabajos e hicimos un recorrido de prueba. Todo perfecto. La furgoneta, como nueva.
A quién le interese la mecánica puede ver lo que hicimos, en la solapa INCIDENCIAS MECÁNICAS, que está en la página de INICIO del blog.
Las herramientas especiales que llevamos, varios extractores de rótulas y rodamientos se las regalamos a un emigrante venezolano que trabajaba en el lugar. Había sido mecánico en su país y con esas herramientas y unas pocas más podría montar un taller y ganarse la vida. Quedó muy agradecido.
Con las superlunas vinieron mareas extraordinarias. Tuvimos que hacer una barrera de arena para que no se inundara el camping con la pleamar.
Reserva Arenillas. Nuestra primera acampada en Ecuador. Estuvimos solos. Un placer. 

1 comentario:

  1. Me muero de la risa con este blog, es la segunda vez que lo leo pero se me saltan las lagrimas al imaginarme todo el percal ��������

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