Bailando un "son jarocho". Jarochos son los de la zona de Veracruz |
Fortaleza de San Juan de Ulúa, Veracruz |
Por esta celda de la fortaleza pasaron esclavos yprisioneros comunes y políticos |
Escena 1
Estamos en Nueva Orleans. Salgo de la habitación del hotel a
dar un paseo mañanero. Alegría sigue en la cama. Tras recorrer unas cuantas
manzanas veo una joya: es una moto con sidecar muy antigua, es una Ural, moto
rusa con más de 30 años. A mí me gustan estas cosas, coches, motos, camiones,
trenes barcos y aviones. Me quedo parado en mitad de la calle, apenas hay
tráfico a estas horas de la mañana, por detrás surge una voz hablando en
inglés. Es un hombre blanco con aspecto de “homeless”. No entiendo lo que dice
porque tiene un acento del sur muy acusado.
-“Una maravilla”, respondo.
-“zcgdvwhvdh…..”, responde él.
-“Está fabricada en Rusia”, añado-
-“zzffjsldkfns….”, él.
-“Está bastante abandonada”, yo
-“zxcsdfaf..suspension…zxadsdcs..”. La palabra suspensión es
lo único que acierto a entender.
-“Si, pero debe ser muy difícil encontrar repuestos”, añado.
Diálogo de besugos que duró unos 5 minutos. No hay quien entienda a estos gringos del sur.
Escena 2
Esa misma mañana Ale se despierta porque suena una alarma en
el hotel, se trata de una casa de madera, con una especie de pasillo o patio
que se mete hacia el interior de la manzana formando dos hileras de
habitaciones, una a cada lado. Mayoría de clientes afroamericanos.
Alboroto tremendo, todos los inquilinos salen al pasillo
alertados. En un momento dado aparece un niño de unos tres años que se cuela
por la puerta de la habitación, se acerca a Alegría le coge la mano, tira de
ella y se la lleva a su habitación, que es la de al lado. Allí estaba la madre
junto con otras dos criaturas. Alegría, entre alucinada y divertida, busca los
sensores de incendios a ver si había algo raro. Todo en orden, en ese memento
cesan los pitidos de la alarma. El niño se ha tranquilizado, todo vuelve a la
normalidad.
Escena 3
Mobile, Alabama. Tras cenar nos vamos a un bar con billar
(americano). Nos estamos acostumbrando a echar unas partidas antes de irnos a
la cama. El lugar es interesante. Gran barra llena de gente, gran salón de
baile con tarima/escenario para actuaciones, una mesa de billar y unos cuantos
jugones. Alguien nos ve escrutando el local y deduce que queremos jugar.
-“Hay que poner un dólar en la mesa. El que gana la partida
juega con el siguiente que ha puesto el dólar. Esto va por orden de llegada”
Había dos dólares antes que el nuestro. Uno de los jugadores
nos llamó la atención: unos 60 años, gafas, pelo largo, un poco calvo, estatura
media, camiseta azul con logotipo de la NASA, chancletas. Era la estrella del
lugar.
Todo el mundo fumaba, algunos, como el de la NASA, incluso
puros. Todos con una cerveza o una copa en la mano. Ambientazo.
El de la NASA fue despachando a un rival y luego a otro. Sus
tiros iban precedidos de un ceremonial que hacían ver que era un profesional,
sus carambolas perfectas. Un poco desquiciante la lentitud con que decidía a
qué bola iba a dar y a qué agujero la iba a meter. Pero había que reconocer que
era muy bueno. Yo estaba sudando de miedo ante el espectáculo previsible de mi
derrota. Iba a hacer el ridículo a tope. Al final uno de los espectadores me
mira y me indica que tenía que jugar. Me temblaban las piernas y me sudaban las
axilas.
La partida comenzó con una serie de carambolas exitosas de
mi rival. Yo mostraba mis maneras de billarista experto, maneras adquiridas en
mi juventud en los billares de Prosperidad y Lista (Madrid), pero eran sólo
gestos, la partida iba mal.
-“Este hombre juega bien, los mejicanos son buenos” le dijo el
campeón a Alegría.
-“No, mi marido es español”, respondió Ale.
-“¡No me digas! peor me lo pones; los que han jugado al
billar francés, el de tres bolas, son los mejores”, aseguró George, que ese era
su nombre.
Después entró en una fase de fallos y yo en una fase de
aciertos. Al final gané la partida sin saber cómo.
Uno de los clientes de la barra con pinta de turista alemán
me dijo:
-“Me ha encantado verte jugar, enhorabuena”
La siguiente partida me tocó con un jovencito mexicano y me
despachó en 5 minutos.
En Everglades National Park montamos en "air boat". Toda una experiencia. |
Everglades, cerca de Miami. |
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