| Paisaje típico de Sedona, Arizona |
13 de octubre 2025
Camino De Phoenix (cuarta y última vacuna de la rabia), paramos
en Sedona, Arizona, una zona que se ha puesto de moda por sus paisajes llenos
de formaciones rocosas. La ciudad en sí es prácticamente una calle que se colapsa
con los atascos de los turistas que acuden allí en masa durante el verano y los
fines de semana. Acampamos en el campamento “Manzanita”; por esta zona abundan
los nombres españoles. Allí nos cogió, de noche, una tromba de agua tremenda. Ale y yo
dormíamos en el coche, pero nos despertamos asustados por el ruido de la lluvia. Yo pensaba en la Dana (riada) que mató en Valencia a 224
personas hacía un año. Luisito había puesto la tienda junto al río que
atravesaba el campamento; temía que éste se desbordara y se llevara a Luis
por delante. Afortunadamente, el río no llegó a subir el nivel y la tienda de
campaña, pese a estar en medio de una laguna, se mantuvo bien, y seca por
dentro.
| Ya calculo que cayeron más de mil árboles en Phoenix debido al tormentón del que fuimos testigos. Al fondo se ven las palmeras. No vimos ni una derribada. |
Otro episodio de tormentas nos pasó en Denver, cuando,
estando en un restaurante de hamburguesas, vimos caer otra tromba de agua
acompañada de vientos huracanados. Todo el mundo dejó las hamburguesas y se
puso a mirar por las ventanas. Duró un cuarto de hora. Luego pudimos comprobar
que gran cantidad de árboles habían sido arrancados de raíz. Curiosamente,
palmeras no cayeron ninguna. Cuando
salimos con el coche a cenar vimos un escenario desolador: pasamos por barrios enteros sin electricidad, con
postes de la luz derribados, árboles arrancados y coches de bomberos y policía
ayudando a despejar las vías y a organizar la circulación en los cruces con
semáforos apagados. Al día siguiente Luisito leyó en algún noticiario que hacía
más de un siglo que no había habido una tormenta similar en Phoenix. Recordemos
que esta ciudad está en una zona predominantemente árida, con lluvias muy poco
frecuentes.
Llegamos de regreso a San Diego, donde pasamos unos días estupendos haciendo paseos, frecuentando la playa, jugando al billar americano (prefiero el francés, de toda la vida) y tomando cerveza con cacahuetes templados en el “Open Bar”, garito playero con precios moderados y gran ambiente. También dimos con un “rastro” muy interesante.
| San Diego |
Yo, por mi parte, aproveché que existe un tren que une San
Diego con Los Ángeles a buen precio, y me hice una excursión de un día. Me dio tiempo
a ver el “Paseo de la Fama” y poco más.
El día 21 de octubre volamos de regreso a Madrid.




