martes, 28 de enero de 2020

42 ESCALA EN CUBA

Interior de la casa de Carlos en La Habana, preciosa construcción de estilo colonial.
En la Azotea
La llegada al aeropuerto de La Habana no estuvo del todo mal. La maleta con los repuestos fue inspeccionada por la Aduana.
-Abra la maleta.
Abrimos la maleta.
-¿Qué es todo esto?
Respondimos con sinceridad ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
-Repuestos para la furgoneta en la que viajamos. Está en Méjico.
La aduanera rebuscó entre todos los "fierros" que llevábamos.
-Vamos a centrarnos en estos dos, tienen que declararlos. De lo demás nos olvidamos.
Se trataba de lo más voluminoso, un par de palieres de 50cm y 5 kg cada uno. De momento vamos bien, pensamos.
-Vamos a poner que el valor es de 40 dólares, con lo cual no tienen que pagar nada porque el límite es 50. Añadió.
Se quedó mirando al infinito en actitud de espera, señal inequívoca de que esperaba un "regalo".
-Ya que nos ha tratado tan bien, ¿Podemos darle algo? Dijimos sacando con discreción unos billetes de dólares. Seleccionamos uno de 20.
-Póngalo en la mesa debajo del formulario. Dijo mirando hacia arriba indicando que había cámaras en el techo.
La mujer cogió el formulario con el billete debajo y, con sigilo, se metió el dinero en el bolsillo.
-Pueden ustedes continuar.
-Muy amable. Gracias.
Salimos del aeropuerto dando saltos de alegría.
En el famoso "Malecón"
Trinidad, Cuba.
Nuestro amigo Carlos Santos nos esperaba en su casa de La Habana. Allí pasamos 9 días. Entre medias hicimos una excursión a Trinidad, pintoresco pueblo que se conserva prácticamente igual que durante la época colonial. Bonito pero excesivamente turístico.
Pudimos apreciar lo poco que había cambiado La Habana desde la última vez que estuvimos allí, hace unos 20 años. Cuba sigue siendo un destino especial. Con su sistema socialista, no hay nada parecido en el mundo.
Pegaso "Comet". Años 60.



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